El diablo paga la cuenta
- Por: Ricardo Rodríguez.
- 23 jul 2016
- 2 Min. de lectura

Un municipio larense oculta para muchos una historia realmente escalofriante, muchos no lo saben pero el caballero de las tinieblas fue forastero en las calles de Quibor, visitando de paso un bar- restaurant que estaba a las afueras de este humilde pueblo, reconocido como el diablo que pagó sus tragos esa noche que muchos hombres sintieron el verdadero terror después de descubrir su identidad sospechosa.
María Conchita, así solía llamarse el bar en aquellos tiempos, cuenta Juan Alcina que su padre estaba tomando en ese lugar cuando un hombre extraño y algo sombrío entra, vestido de negro, su sombrero a duras penas dejaba ver su rostro, se dirige a la barra haciendo sonar sus espuelas a paso lento, exclamando al cantinero, “beban y consuman por mi cuenta” mientras sacaba una bolsa con morocotas de oro, asombrado y con un brillo en sus ojos el cantinero acepta.
Acto seguido, mientras todos disfrutaban de su bebida gratis, y de momentos divertidos de derroche de tragos y perdición total en el dicho vicio, y olvidándose de la intriga por la presencia del hombre extraño que allí rondaba, el sujeto misterioso toma la decisión de entrar al baño, como cualquier baño de un bar nocturno desordenado y en su mayor tiempo sucio y hediondo por naturaleza.
Poco después el cantinero entra al baño, sin saber que el forastero estaba allí, lo cual cuentan los lugareños de Quibor no duró más de un minuto cuando salió con su rostro traslucido, mirada perdida y una voz tenue y claramente trémula que repetía “él es el diablo” todos alrededor del cantinero confundidos y perdidos ligeramente temerosos por la expresión tan horrífica que reflejaba s rostro, que al instante todos por igual vivieron el significado del miedo.
Por la puerta entra una fuerte brisa arremolinándose dentro del negocio y se escuchaba el relinchar del caballo que había traído, unos dicen que era el cabrito negro, después de eso el bar cayó en picada y cerró, actualmente han querido reabrir pero no tienen éxito, se dice que el hedor a azufre es fuerte que se adhiere a tu cuerpo y cualquiera puede sentir por inercia el miedo cuando estas dentro de María Conchita. Voces que se escuchan como lamentos se escuchan en los alrededores.
Ten cuidado cuando aceptes la invitación de un desconocido, no querrás saber que el mismo diablo quiera invitarte unos tragos, ¿aceptarías?.
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